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1.-  Postales para el recuerdo: Zavala cué

En la decada comprendida entre los años cincuenta al sesenta, y tal vez más, muy poca gente llamaba a nuestro pueblo con otro nombre que no fuera Zavala Cué, que fue inmortalizado en los versos del poetaEmiliano R. Fernández en la polca Guavira Poty.

No debe extrañar que así fuera, ya que habían transcurrido apenas veinte años de la independencia fernandina del distrito de San Lorenzo del Campo Grande en busca de su propio destino protagónico y los pobladores guardaban frescos en sus mentes y corazones los acontecimientos cívicos que dieron origen a Fernando de la Mora.

En aquel tiempo el pequeño poblado no pasaba de diez o quince cuadras cuyo centro estaba en torno a la Municipalidad, la Comisaría, la Capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa y el centro de salud. El área poblada se iniciaba un poco antes de la Calle Pukú, hoy Avda. Defensores del Chaco y su continuación hacia el norte Avda. Mdme. Linch y terminaba en la Quita Leopardi.

La ruta Mcal. Estigarribia era una angosta faja asfáltica que constituía el único acceso y salida de la capital y, para nuestros ojos de niños era toda una novedad ver pasar los pocos vehículos que circulaban por la misma. Especialmente recordamos los pintorescos ómnibus “mixtos”, que se llamaban así por transportar desde muy tempranas horas a las “mercaderas” con sus canastas repletas de frutas, verduras, legumbres y hasta gallinas, con su peculiar aroma, concurrían a los mercados asuncenos para su cotidiana labor. Asimismo, por la escasez de transporte  empleados públicos y particulares con traje y cuello duro debían adecuarse a este mundo se mercancias, risas y algarabía madrugadora.

Al costado norte de la ruta pasaba la carretera por la que se deslizaban bueyes de cansino paso, arrastrando las carretas rebosantes de sandías, melones, piñas, leña y cuanto producto agrícola requería el mercado de Asunción, marcando su paso en las silentes madrugadas pueblerinas al sonoro grito de los carreteros. . . .  “Jooco” . .  “Lindo” . . . “Guapo”, y el monótono chirriar de los resecos ejes.

La Avda. Defensores del Chaco (Ultima) la llamábamos cariñosamente Calle Pucú y no era otra cosa que un callejón enripiado con cunetas a los costados y exuberante vegetación de chircas y yuquerís, que crecían en los linderos de las  capueras en todo se trayecto hacia el sur.

Hacia el norte, la Avda. Mdme. Lynch era muy conocida por el arroyo Itay que albergaba en sus cristalinas aguas centenares de pececillos y en el que los pobladores, especialmente los niños disfrutaba de su frescura en los días de verano y los pobladores abrevaban sus caballos o bueyes en las siestas o atardeceres.

Las reuniones sociales de carnaval o durante las Fiestas Patronales, se realizaban en el Palacete Municipal o en la Terraza Estragó donde damas con sus mejores galas y caballeros de rigurosa tenida compartían en amenas y bullangueras noches, en un ambiente de amistad y respeto.

Los amaneceres domingueros despertaban con el metálico tañido de la campana de la Capilla de la Medalla Milagrosa, donde el venerable Padre Di Perna, muy querido por la feligresía zavaleña, y en otras ocasiones el Padre Ovelar o el Padre Zorrilla, ambos Capellanes Militares, celebraban el sagrado oficio con la presencia de numerosos fieles y la alegría de los niños vestidos con sus mejores atuendos, para regresar luego en compañía de nuestros padres a reanudar los juegos de la pelota, el trompo o las bolitas. . . . .

El paso de los años fue cambiando aceleradamente la fisonomía de la gran aldea. Se crearon centros educativos privados como los Colegios Dr. Facundo Insfrán y el Liceo Dr. Manuel Domínguez, la Escuela Parroquial Medalla Milagrosa, como feliz iniciativa del Cura Párroco Rvdo. Padre Máximo Díaz Arriola que cariñosamente la llamaba “la escuelita”,  luego el Colegio de Enseñanza Media Diversificada Dr. Fernando de la Mora en lo que se denominaba Barrio IPVU, por la urbanización creada por la entidad estatal del mismo nombre, y  otros, posibilitando a los niños y jóvenes la oportunidad de  estudiar en su propia comunidad sin tener que trasladarse a los colegios capitalinos.

Se abrieron nuevos loteamientos debido a la cada vez mayor migración proveniente de Asunción y del interior del país hacia las ciudades suburbanas, en la búsqueda de más oportunidades de trabajo y un mejor nivel de vida.

Numerosas calles fernandinas fueron empedradas,  se instaló el agua corriente y varias líneas de transporte público acortaron las distancias entre la capital y Fernando de la Mora. El pujante desarrollo fue dejando en el recuerdo el “ pueblo dormitorio”, para dar paso a una ciudad comercial e industrial que paulatinamente iba adquiriendo su propia identidad y marcando el sentido de pertenencia en las nuevas generaciones.

2.- Nace un sueño

Hacia 1980, Fernando de la Mora ya contaba con alrededor de cien mil  habitantes, nuevos emprendimientos inmobiliarios fueron ampliando de manera sustancial la ciudad, fue cambiando el panorama edilicio y la incesante actividad comercial a la par de la instalación de varias industrias, daban un nuevo rostro a la joven y floreciente ciudad.

El ambiente político nacional cada vez más difícil por el régimen dictatorial que no permitía la libre expresión ciudadana, ni la libre asociación de los paraguayos, trajo como consecuencia que una vez más fuera la Iglesia el punto de convergencia de las inquietudes y el sentir de la comunidad.

La Parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa se constituyó en el baluarte de la iniciativa popular que a través de la Catequesis, de los Movimientos Católicos, como Cursillos de Cristiandad, la Legión de María y otros, iban creando conciencia de la necesidad de cambios profundos hacia una sociedad más justa y más humana .

En este ámbito espiritual donde se compartían tristezas y alegrías, dolores y esperanzas, nació y se fortaleció el deseo de forjar un mañana mejor para toda la sociedad, y ese ideal forjado en la amistad sincera y el compromiso cristiano impulsó a la búsqueda de integrar una entidad solidaria y fraterna  que fuera alternativa económica para sus miembros de manera a paliar las condiciones agobiantes que imponían los bancos y financieras a los prestatarios.

Este sueño fue germinando silenciosamente en el curso del trajín diario de expectables ciudadanos vinculados a las labores pastorales y sociales de la Parroquia y cada vez  fue fortaleciéndose la idea de crear una cooperativa.

Las reuniones y encuentros en el local de la Parroquia y en los domicilios de los futuros fundadores , eran el ambiente propicio para intercambiar opiniones y establecer un proyecto que era al mismo tiempo un compromiso y un desafío atendiendo a la situación política vigente.

Se dieron los primeros pasos y emergieron los líderes que más tarde estarían integrando el grupo de setenta y cuatro socios fundadores de la Cooperativa Medalla Milagrosa. Durante el año 1984 las acciones tendientes a cristalizar el sueño dieron el primer fruto con el nacimiento de la denominada CAJA DE AAHORRO Y CREDITO MEDALLA MILAGROSA, fundada  en octubre, mes internacional del ahorro, de  ese mismo año, que aglutinó a 32 asociados

Esta primera experiencia de cooperación fue determinante para orientar al grupo de fundadores decididamente hacia la creación de una Cooperativa dentro de las normativas legales vigentes.

3.- De un sueño hacia la realidad

El compromiso asumido, tuvo como activos protagonistas a varios de los fundadores que con admirable dinamismo iniciaron la labor de preparación a través de las reuniones de formación. Cabe mencionar entre éstos a los señores Osvaldo Isnardi, Natividad Villalba, Dionisio Cardozo, Florentino Ruiz, Félix Paiva a más de otros que acompañaron con entusiasmo la iniciativa.

En esta etapa de formación cooperativa se tuvo la participación de charlistas invitados de CREDICOOP, de otras cooperativas y del Lic. Jovino Carreras de la Dirección General de Cooperativismo.

A finales de 1984 y conforme a lo dispuesto por la Ley 349/72 se formó el Comité Organizador de la pre-cooperativa que llevó a cabo la redacción de un Anteproyecto de Estatutos y la organización de la Asamblea de Constitución que se llevó a cabo el domingo 26 de abril de 1985 en el Salón de Actos de la Parroquia Medalla Milagrosa fraternalmente cedido por el Cura Párroco Pbro. Zacarías Martínez quién apoyó desde un comienzo la iniciativa y acompañó el emotivo acto fundacional.

Tomaron parte de la Asamblea de Constitución 74 personas, varones y mujeres, con la fe y la esperanza puesta en un mañana  mejor para sus familias y la patria.

Se estableció en G. 12.000 el valor de cada certificado de aportación y el Aporte integrado ascendió a G. 118.500. Se aprobó el Anteproyecto de Estatuto Social y en consecuencia fueron electos los miembros del primer Consejo de Administración integrado por:

En el mismo acto asambleario también fueron electos los integrantes de la primera Junta de Vigilancia con los siguientes socios:

De esta manera concluía el primer capítulo de una experiencia que sería de significativa trascendencia en el ámbito socio-económico de la Ciudad de Fernando de Mora.  Aquel grupo de soñadores que pusieron en común sus esperanzas, sus anhelos, y su inquebrantable voluntad en la vivencia de los valores éticos, dejaba escrito en los anales de la historia fernandina otra prueba del espíritu solidario y fraterno que convierte al cooperativismo en un apostolado en el cual, al dar se recibe la satisfacción del deber cumplido.

 

 

 

Cuenta con personería jurídica reconocida por el decreto del Poder Ejecutivo N° 13553 del 31 de enero de 1986, inscripta bajo el N° 204 en la Dirección General de Cooperativismo, el actual Instituto Nacional de Cooperativismo INCOOP.

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